𝟏𝟎| the heaviest of the storms
warnings — val you filthy whore.
"Me parece divertido Val, saber que te enamoraste
de la única persona de la que prometiste no hacerlo."
[ Dune Bane a su hermano Sir Valentine Bane
durante el baile de la Reina Charlotte. ]
Últimamente el corset no la dejaba respirar.
Cada vez que se enfundaba en un vestido, la tela apretaba su pecho haciendo que con cada respiro este ardiera, llevándola a preguntarse en consecuencia, si es que se trataba de su extraña elección de prendas de ropa o por el contrario, era Sir Valentine Bane quien le hacía más difícil concentrarse durante el día.
Las cosas se habian salido lentamente de control, y ya no tenía forma de negarlo.
Había comenzado sutilmente, con el rastro de sus dedos que había causado estragos en su persona, luego con la sensación de su mano en su cintura junto a la calidez de su aliento hasta el extraño perfume francés que llenaba sus fosas nasales cada vez que se atrevía a cerrar los ojos sin ninguna explicación coherente en su cabeza — ¿Era testigo Lord Bane de lo que había causado en ella? Claro que no, dudaba que se diera cuenta de cualquier cosa a pesar de que estuviera frente a sus narices.
Los problemas se hacían más grandes y ella, en consecuencia, era incapaz de mantener sus sentimientos a raya.
Durante el transcurso de la semana, el menor de los Bane no solo le había dejado claro que se había quedado más tiempo de lo deseado en Londres sin decirle una sola palabra, si no también que luego de sus encuentros en Clover Hill, no era capaz de mirar en su dirección siempre acompañado por alguien más como si estuviera demasiado ocupado, lejos de darle la importancia que ella le daba a lo que había pasado en aquel jardín, odiando admitir que se había encargado de estudiar una y otra vez tan meticulosamente lo que había pasado en su cabeza — Sus hermanos se habían casado por muchísimo menos, y ahí estaba ella, en el ojo del huracán esperando que por algún motivo, todo saliera a su favor.
¿Cómo no iba a aceptar cualquiera de las disculpas del arquitecto?
Era como sin las reglas dejaran de existir en cada momento que compartían, su reputación tan respetada que no se recuperaría ni con todos los esfuerzos de su madre si es que alguien hubiera llegado a ser testigo de los encuentros que tenían cada vez que el resto bajaba la guardia: Había vivido aventuras similares a lo largo de su vida contadas con los dedos de una sola mano, el joven Theo Sharpe en su momento había sido un enorme motivo para sonrojarse discretamente, incluso Fiore Bonnet hace unos cuantos años, pero Sir Bane era distinto.
Sir Bane era su secreto, uno que disfrutaba mas de lo que pensaba y que añadía esa emoción a su vida que había sentido carecía aquella temporada. Extrañamente estaba ansiosa por cualquier tipo de evento social que incluyera una excusa para ver a la familia de Val, y en consecuencia, sentía que se había vuelto una pobre versión de Cressida Cowper y su eterno intento de seducir a cada hombre adinerado que se le cruzaba antes de contraer matrimonio hace ya demasiado tiempo como para contar los años y evidenciar su poco interés en conocer a aquella «persona especial» hasta ese momento exacto.
¿Eso era lo que quería no? Lo que había estado pensando desde que Penélope se casó y sus hermanos que dejaron vacía una casa sintiéndola demasiado grande y silenciosa como para ella y su madre. Las tardes en la mansión ya se le hacían aburridas en su mayoría, y nunca lo decía en voz alta al querer evitar que Violet sugiriera una vez más el horrible bordado por el que ya se había rendido años atrás. Lo que necesitaba.
"¡Pase!"
Los incesables golpes en su puerta dispersaron sus pensamientos tan rápido como habían llegado, observando a una de las criadas colándose por la puerta ahora abierta de su habitación.
"Señorita Bridgerton lamento irrumpir en sus actividades, pero Sir Valentine Bane está esperándola en el salón principal" la sonrisa en sus labios cambió a una mueca de genuina preocupación al momento de escuchar a su sirvienta, sopesando lo que le decía en tanto la chica se limpiaba las manos en su delantal "¿Le digo que vuelva cuándo regrese su madre, milady? Puedo enviarlo a casa si eso quiere."
"No será necesario, Amelia" recordó su nombre antes de negar con la cabeza, claro que no buscaba que volviera a casa "Puedes decirle que me espere en el jardín si es de su agrado, por favor."
Esa temporada había acordado con su madre el no necesitar a una dama de compañía para sus tediosas tardes mirando el sol posarse hasta la noche, y ahora más que nunca agradecía sus propias decisiones mientras su madre decidía pasar la tarde tomando el té con Lady Danbury en su modesta propiedad en el centro de Londres, excusándose durante tarde para dejarla a cargo de casa como una persona responsable.
La copia que le había prestado del Absentista luego de ser su único material de lectura de hace una semana ahora yacía entre sus dedos recordando que no era suyo. Había releído la copia del americano varias veces solo con ganas de entender el libro lo mejor que podía, y ahora no solo estaba lista para rebatir sobre lo aburrida de la filosofía, si no también por que todo el problema de Lord Clonbrony era su poca comunicación y su enorme cabeza dura incapaz de ver más allá de sus propios prejuicios. La novela había sido una refrescante crítica a la aristocracia, recordandole la frivolidad en las fiestas recurrentes de la temporada social — Extrañamente parecido a la realidad, el cotilleo y como aquello recaía en nuestro personaje principal y su familia de raíces irlandesas; le había gustado tanto, que mientras bajaba las escaleras de la enorme propiedad, no podía no ansiar saber más del punto de vista del Barón luego de tanto haber pensado por qué exactamente era su libro favorito.
Tal fue su emoción, que pronto olvidó por completo el nerviosismo del que había sido presa horas antes. Bajando las escaleras de dos en dos, las palmas sudorosas que limpiaba constantemente en su vestido verde agua no fueron un motivo de detención suficiente antes de cruzar el salón principal y apresurarse al jardín. En realidad, ni sus encuentros a solas bastaron para acallar su impulsividad mientras empujaba la puerta que conectaba la casa con el patio y dejaba que el sol escondido entre las nubes de un día medio nublado, por primera vez en todo el día golpeara su piel.
Era verdad: Sir Bane cumplía con sus promesas, y cuando le dijo que debatirían los libros que habían intercambiado esa tarde con una taza de café — Realmente lo haría sin faltar a su palabra, apareciéndose en un pulcro traje y el libro de filosofía que le había dado en Clover Hill bajo la manga cuando dijo que lo haría.
¿Por eso no había puesto resistencia a que Violet Bridgerton se retirase toda la tarde a tomar el té? Fácilmente podría haber ido con ella, sin embargo la inocente malicia en sus acciones ahora tenía más sentido que nunca, mas cuando Valentine se levantó de su silla al momento se verla y ella caía en cuenta de todo lo que había ignorado los últimos diez minutos en la adrenalina de saber que estaba ahí.
"Ha venido" susurró casi para sí misma, jugueteando con la copia del libro entre sus dedos como si necesitara encontrar una manera de distraerse antes de saludarlo educadamente con un movimiento de cabeza que mantuvo considerablemente lejos de él.
"¿No ha terminado de leer?" preguntó curiosamente ante su reacción, con un mueca de clara decepción en sus ojos en tanto apuntaba su copia de «Fenomenología del Espíritu» "Pensaba que al sugerir una tarde de té para discutir nuestras elecciones literarias significaba que ya había leído su parte."
Sus sentimientos estaban volviéndose un problema, dejando el dibujo que había hecho en la biblioteca de Clover Hill sobre su mesita de noche solo para ser una de las primeras cosas que veía en la mañana marcando sus páginas de la obra de Marie Edgeworth, repasando una y otra vez las usadas páginas del libro que antes le había pertenecido al Barón, sin dar a basto con su propia imaginación que no podía evitar pensar en como sus propios dedos encajaban contra una hoja tantas veces leída.
«Me quiero quedar con usted, como un amigo, como un amante, como lo que le gustaría que fuera.»
Estaba segura de que aquello había sido un sueño febril, las palabras que de un momento a otro cobraban sentido en toda su charla y ahora significaban un repentino sudor en la palma de sus manos.
"¿Y para qué lo sería si no fuera así?" preguntó sin poder detenerse, ahora comenzaba a entender por que era tan desagradable su incontenible impulsividad "¿Solo vino por eso?"
"No necesito un motivo para verla, Señorita Bridgerton" señalo con obviedad antes de volver a tomar asiento. Desde donde estaba, alcanzaba a ver pequeñas anotaciones que había guardado entre las hojas de su ejemplar, revelando su letra pequeña decorando la hoja doblada por la mitad "Aun que no hubiera leído dos páginas de su libro, difícilmente rechazaría alguna de sus propuestas."
No se acostumbraba a aquellos comentarios tan de la nada que la dejaban apenas respirando — Parecía tan relajado al decirlo mientras su corazón se desembocaba hasta llegar a su garganta.
"Me alegra verlo" admitirlo era cómo sacarse un peso de encima, lo suficientemente bajo como para que los sirvientes no escucharan lo que sucedía y Sir Valentine sonriese ampliamente sin apartar la mirada de las páginas al otro lado de la mesita blanca, lo que necesitaba escuchar "Solo un poco, no deje que se le suba a la cabeza."
"¿Lo está?" preguntó para su sonrojo, solo aumentando aquella sensación en su estómago "Le diría que la alegría es mutua, pero estaba a punto de presentar una queja formal ante usted y es que me parece imperdonable saber que no tiene café en esta casa."
"A nadie más puede gustarle algo así de desagradable" arrugó la nariz en respuesta solo para ganarse una mirada de ofensa "Es la primera persona a la que escucho decir que le gusta, demasiado amargo para mi."
"Me veo en necesidad de ser sincero y decirle que necesita rodearse de personas con mejor gusto" se burló haciendo que los labios de Eloise se curvasen en una notoria sonrisa "Lo que realmente es desagradable es el hecho de que alguien como usted prefiera la más extraña combinación del mundo entre leche y agua hierbas remojada" — "¿Tiene idea de lo mal que huele?"
El ceño de la castaña se frunció de manera casi inmediata, dejando el libro que había llevado consigo sobre la mesa como si necesitase un momento para digerir lo que había dicho.
"¿Es que ahora va a decirme que el olor a manzanilla es desagradable?" le preguntó con una suave risa antes de apuntar el contenido de la tetera servida "Por que es lo mejor que hay en la vida."
"Dudo que lo sea, Señorita Bridgerton" contradijo, siempre empeñado en llevarle la contraria "Ustedes los ingleses siempre surgen con mezclas que me dan un terrible dolor de estómago, no es necesario ponerle leche a todo lo que ven por delante."
"Si continúa faltándome el respeto tendré que tomar las medidas necesarias al respecto" advirtió la ojiazul cruzándose de brazos, sin dejar de lado ese tono de estar divirtiéndose.
"Por favor," repuso el Barón de un momento a otro, claramente interesado en lo que decía "Me encantaría ver cómo hace eso."
El silencio la invadió de un momento a otro tiñendo sus mejillas del más adorable color carmín, obligando al arquitecto a dejar de lado el libro de filosofía. Silencio, nada más que la tensión del silencio mientras se esforzaba en ver su taza de porcelana y no a él.
"Disculpe," susurró el arquitecto con cuidado de que los demás sirvientes lo escucharan "Pero si continua sonrojándose no podré seguir mucho tiempo con esto de debatir. Me temo que yo también me desconcentro."
"Recomiendo entonces que deje de coquetear por lo menos diez minutos, milord" abrió su libro antes de caer en cuenta de lo que había dicho "Sería mas efectivo que el control de mis sonrojos."
"¿Y cuál seria la gracia en eso, si me puede decir?"
El calor del sol pronto se apoderó de ella, sofocándola — Y nuevamente, no hubiera sabido decir si se trataba de su ávida compañia americana o el maldito clima, pero sí que bajo todas esas capas de ropa en las que se había metido esa mañana por elección, ella estaba ahí abajo con la piel erizada.
No, no era Eloise la que se ponía nerviosa en cualquier contexto de su vida. Era todo lo contrario, siendo ella la que incomodaba a los demás con sus comentarios, quien ponía encrucijadas frente a sus pretendientes que alguna vez tuvieron la intención de desposarla: ¿Era este el castigo divino que enviaban del cielo? ¿Sir Valentine Bane venía a cobrar su corazón luego de todos los que ella había roto en el camino?
Había olvidado lo que iba a decir.
"¿Por qué es su libro favorito?" preguntó, algo básico que fue lo único que pudo pensar en tanto servía el agua de la tetera en su taza y la ajena "Me gustaría saber su opinión sobre el Absentista y por que es tan importante para usted, si no le parece una molestia."
El hombre pareció pensarlo unos minutos, rascándose la barbilla en tanto seguía sus acciones con la mirada pendiente a las cosas que hacía.
"No lo sé" se encogió de hombros con simpleza "Lo compré en un pequeño mercado de Lille hace unos años a una mujer inglesa bajo la premisa de que era uno de los mejores libros que había leído hasta ese entonces, superando al romanticismo de Austen por el que todos deliraban en el momento. . . Claramente me convenció, pues esa misma noche llegué a la habitación que rentaba para leer en medio del silencio, encontrando el más extraño consuelo en saber que alguien más se sentía como yo. La Señorita Edgeworth en tan solo unas horas me presentaba un complejo mapa de una sociedad devastadora que me volaba la cabeza, una realidad que se basaba en el cotilleo y ese absurdo prejuicio que giraba en torno a la apariencia y la necesidad de hacer opulentas fiestas todas las semanas para socializar mientras la pobreza mata a Europa gracias a las pestes y la poca higiene: Todo estaba ahí tan bien definido, que acabé releyéndolo una y otra vez hasta el cansancio que nunca llegó, y ahora está conmigo en mis momentos de aburrimiento."
"Resulta refrescante lo similar que parece a la sociedad de hoy mismo" admitió con una mueca de entendimiento "Supongo que eso es lo que disfruté de igual manera. Siendo una novela de romance, creo que esta repleta de crítica social sin pasar por alto las miserias de Lord Clonbrony y su necesidad de aparentar que tiene su vida en orden, aún cuando le gusta su prima Anne y huye de Londres por lo mismo."
"¿Y entonces qué fue lo que no le gustó? Si me permite saberlo."
Tardó unos segundos en responder, haciendo una mueca de culpabilidad — "Supongo que el romance no es lo mío, milord. El amor pasional que le consume los huesos hasta el delirio y se ve machado por malentendidos comunicacionales y lo socialmente aceptado. . . Me aferro más a las realidades y lo filosófico."
"Tiene sentido" murmuró en el mismo tono burlesco que Eloise comenzaba a interiorizar "Eso explica por que llevaría un título como «Fenomenología del Espíritu» a una boda."
No pudo evitar soltar una carcajada, cubriendo su boca con una de sus manos en un intento de ser más educada de lo que usualmente era.
"Eso es material para aprender, Sir Bane" lo corrigió al borde de la indignación "¿Ahora va a decirme lo mucho que disfrutó de mi material de lectura?"
"Honestamente El, no entendí ni la mitad" arrugó la nariz dándose por vencido, tendiéndole la hoja que antes había visto entre medio de las páginas "Intenté seguir la lectura, pero nunca he entendido el idealismo alemán, y todo esto de Hegel me terminó dando un dolor de cabeza, por favor, dígame que este no es su libro favorito."
Las notas del Barón revelaban su redondeada caligrafía entre manchas de tinta y signos de pregunta en un sinfín de interrogaciones sin respuesta, siéndole imposible contener la risa que desató su sinceridad.
"¿No tuvo alguna especie de clase en la Universidad de filosofía?" preguntó leyendo de sus apuntes "¿Cómo aprobó esa clase?"
"Pura lástima" se encogió de hombros medio apenado "He pensado lo suficiente en esto, y llegue a la conclusión de que se trata de lástima luego de haber reprobado la clase dos veces y aún así no lograr entender nada."
No pudo contener la diversión para sí misma, curvando las comisuras de sus labios hacia el cielo para ignorar al resto de los sirvientes que de reojo comenzaban a mirar de manera más extraña a la nueva visita de la casa: ¿Desde cuándo Eloise Bridgerton reía con un noble respetable que no fueran sus hermanos? ¿Por qué le gustaba tanto saber que tal como ella tenía sus desperfectos?
"Tiene suerte de que no sea mi favorito" advirtió dándole un sorbo a su té de manzanilla "Realmente odia la filosofía, ¿No es así?"
"No es algo personal, solo que nunca ha sido lo mío" susurró en tanto miraba la taza de té que la dama había servido hace unos segundos atrás a sabiendas que no iba a tomarlo "Antes de ser comerciante mi padre, Randall Bane era un estudiante de filosofía, creo que así conoció a mi madre. Supongo que luego se distanció de la profesión y comenzó a tomar su hobby de negociar más en serio."
"Entonces no te gusta gracias a él" adivinó la ojiazul para la inquietud del Barón, quien enderezó la espalda al escucharla como si el hacerse cargo de su historia desatara sensaciones ajenas a el "Lo siento, no quiero ser maleducada."
"No, no te preocupes. Es bastante obvio, pero sí" tal vez no le tomaba el peso a la manera en que actuaba cada vez que mencionaba a su familia, el dolor que se arremolinaba en sus palabras y trataba de disimular con sonrisas — Uno casi tan obvio para Eloise, que no se atrevió a volver a decir una sola palabra en tanto retomana el hilo de sus pensamientos "Comenzó a enseñarnos durante nuestro tiempo libre. . . A mi nunca se me dio, pero con Dune era otra cosa. Estoy segura de que él hubiera disfrutado su recomendación, se lo voy a mencionar la siguiente vez que lo vea."
Ya había sucedido previamente, su extraño talento para cambiar el tono de la conversación de un momento a otro, incapaz de esbozar una sola palabra en torno a su padre sin que le cambiara la cara, calculando sus palabras como si estas hubieran sido balas en un arma de guerra. Por más que la quinta hija de una importante familia hubiera intentado entender, jamás en toda su vida había pasado por algo similar; si, su madre podría sacarla de quicio, y no recordaba con exceso a su padre, pero Anthony hablaba de Edmund con la cabeza en alto, como si no hubieran suficientes palabras para definir la grandeza del vizconde, un discurso que distaba de la frialdad y desapego de Sir Valentine Bane. Los Bridgerton siempre habían estados llenos de amor.
Algo había pasado, y a pesar de que la curiosidad estimulara zonas de su cerebro desconocidas, no se atrevía a preguntar más sobre el tema.
"De cualquier forma" interrumpió el arquitecto antes de mirar el jardín que los rodeaba "¿Ha leído este libro muchas veces?"
"No en realidad" era un hábito ahora tener que resistir el sudor que se concentraba en las palmas de sus manos y era absorbido por sus guantes que solo significaban problemas "Iba a comenzarlo antes de intercambiarlo con usted."
Había algo en el tono de su risa, el sonido de su voz mientras cerraba los ojos dejando que su cabeza se ladeara hacia atrás dejando escapar una sonora carcajada — "No puede ser, ¿Es que acaso me ha recomendado un libro que jamás ha leído?"
"En mi defensa, yo jamás le dije que se tratase de mi libro favorito" contradijo de manera inmediata, desatando más risas en el hombre que pasó la mano por su rostro sin poder creerlo "En realidad solo dije que era mi material de lectura para el fin de semana."
"Oh — Mi querida Señorita Bridgerton" mordió el interior de su mejilla mientras él daba una bocanada de aire luego de toda la diversión "Usted es, sinceramente, la dama más interesante que he conocido en toda mi vida."
El sol que antes se extendía sobre ellos de apoco comenzaba a desaparecer entre unas nubes grisáceas, causándole un escalofrío que recorrió toda su espina dorsal en pura energía antes de encontrarse de frente con los ojos azules del único responsable de su inquietud de la semana: desde los sentimientos absurdos hasta los nudos en el estómago. Sir Valentine Bane.
«Me interesa usted Eloise, me interesa pasar el tiempo que me permita a su lado, sin importarme la opinión de nadie en este lugar mas que la suya.»
Los pensamientos intrusivos ganaron una vez más en su cabeza, incapaz de volver a mirarlo a la cara sin sentir una sola punzada de culpabilidad en el pecho que llegaba gracias a la manera en que dejaba todo lo que su madre le enseñaba de lado de un momento a otro por nadie más que por él.
"¿Se encuentra bien?" preguntó el hombre a su lado sin tener idea de nada, frunciendo el ceño ante su repentino silencio.
"Sí, lo siento" tardó unos cuantos segundos en reaccionar, volviendo a si misma para apartar los mismos pensamientos que seguido la atormentaban "¿Puede decirme otra vez lo que dijo? No escuché bien."
Poco convencido, el Barón pareció avergonzado de tener que repetir nuevamente sus palabras, robando una de las galletas que Amelia había servido para los dos — "No quiero sonar extraño, pero estaba alabando el diseño de la mansión de su familia, y me preguntaba si sabía del arquitecto que la hizo."
"Espero no ofenderlo, pero no tengo ni la menor idea" Esta vez fue su turno de sonreír, negando ante su extraña pregunta.
"Hiere mis sentimientos."
"¿Y no podría compensarlo mostrándole Rangers House?" fue un pensamiento fugaz, y es que no supo de dónde salió aquella idea, cediendo una vez más ante su enorme boca y su incapacidad de quedarse en silencio en el momento indicado "Si lo desea claro."
"Me encantaría" era algo nuevo, eso de ser testigo de su obvio interés en la construcción y el diseño, observándolo levantarse de la mesa de manera inmediata para tenderle su brazo "¿Pero no cree que será un problema?"
"¿Por qué debería de serlo?" consultó curiosa, la casa estaba repleta de criados desde que habían vuelto de Clover Hill y difícilmente hubiera sido mal visto cuando siempre estaban en la compañía adecuada, negando ante las interrogantes ajenas mientras aceptaba el agarre de su brazo "Es por motivos plenamente académicos."
Hace poco, Sir Valentine Bane había dejado de soñar con su padre.
Había comenzado sin darse cuenta en un principio — Descansando lo suficiente como para no sentirse cansado al día siguiente, olvidándose del tema justo antes de cerrar los ojos en la noche; como si de la nada estuviera demasiado ocupado como para notar que ya no volvía al día que cambió su vida.
Y era algo nuevo, pues Francia jamás había removido la sensación indeseada que siempre lo embargaba con culpa. Servía para mantenerse ocupado y asi no pensar en el tema, pero las noches siempre le parecían eternas cuando se levantaba en medio de la madrugada preguntándose cuando dejaría de ser el día que dejaría de ver a su padre devolviéndole la mirada en su subconsciente, y ahora, con tanta simpleza como la de la dama que sostenía su brazo, las pesadillas desaparecían como si nunca hubieran existido.
La enormidad de sus deseos le asqueaba, el dolor en su corazón no cesaba, y cada vez se molestaba más al saber que todos sus intentos por alejarse de Eloise no daban resultado, sin esforzarse lo suficiente como para en realidad apartarse de la hija de Violet y Edmund Bridgerton en un principio.
La miseria no desaparecía, y la pena no se extinguía de maneras milagrosas, pero la compañía de la dama le daba lo que no había recibido en todos esos años de soledad, a pesar de que las cosas habían ido demasiado lejos y se encontrara atrapado en Rangers House adulando unos estúpidos pilares de influencias griegas mientras pensaba en la manera en que podrían escapar de la vista de los sirvientes de la propiedad para tenerla cinco minutos más a solas con él.
El tiempo no era suficiente, los momentos que pasaba a su lado no bastaban para satisfacer el hambre de su corazón cada vez que el rostro de su chica aparecía en su campo de visión — Siempre acabando a medio morir y de alguna u otra manera, necesitando más.
"Al parecer mi madre les ayudó con las rosas" Apuntó cuando el paseo se extendió por el jardín que los mantenía por un camino de piedra rodeado de flores de distintos colores que decoraban los arbustos cuidadosamente cortados de la propiedad "Son las mismas que tenemos en casa."
La propiedad parecía extenderse varios kilómetros en un frondoso jardín decorado a la altura del nombre de la familia, una especie de pequeño parque que cuidadosamente había sido diseñado para albergar un invernadero y varios tonos de rosas que no había visto antes.
"El jardinero de su madre ha hecho maravillas aquí" explicó al separarse de él, caminando adelante para poder mostrarle el camino "Gracias a ella mi madre ha adquirido el gusto de las plantas, nos gusta pasar tiempo afuera."
Los rayos de sol que se colaban por entre medio de las nubes grises golpeaban parte de su rostro, iluminando su piel de manera esporádica mientras caminaba de espaldas contándole mas del jardín con tanto relajo que no pudo evitar envidiarla: ¿Cómo es que alguien podía causarle tantos problemas luciendo así?
"Deberíamos volver" sugirió de la nada, y no pudo dar credibilidad a sus propias palabras. Había notado la ausencia de sirvientes a su alrededor y en vez de tomar el momento, se aterraba como el cobarde que había sido toda su vida "Creo que va a llover."
"¿No le gustaría ver el invernadero?" preguntó ella, sin ocultar la decepción que le produjo escucharlo "Estaba reservando lo mejor para el final, estaremos de vuelta antes de que comience la lluvia."
No podía negarse, por eso la siguió en silencio sin decir ni una sola palabra. Observando sus propios zapatos y los de Eloise contrastando en medio de todo el color verde al caminar a la pequeña construcción que conformaba el invernadero de amplias ventanas y un enorme techo que permitía entrar la luz del día.
No mentía, pues ahí estaba, entre medio las plantas más grandes de la propiedad gracias al bendito gusto adquirido de Violet Bridgerton, extasiado al distinguir el olor a lavanda y flores regadas.
"A nadie en la familia le gustan las abejas" — "Y mamá creyó que sería una buena idea proteger a las flores de los insectos, pues no llegan aquí adentro."
No supo que responder, en realidad, estaba demasiado ocupado grabando la imagen en su cabeza de aquel vestido verde agua de encajes contra las flores amarillas que rozó fugazmente con las yemas de los dedos, paralizado como nunca en su propio espacio mientras era testigo de como las gotas de lluvia comenzaban a caer contra el cristal y sol se terminaba de ocultar dando paso al gris del mal clima.
No podía descifrarlo, pero dejo un amargo sabor en sus labios que pronto dejó atrás cuando sin dejar de hablar, Eloise tomaba su mano para empujarlo sutilmente a seguirla más rápido. Le gustaba la forma en la que su mano se ajustaba a la suya, y como nunca dejaba de hablar para contarle las cosas más extrañas del momento que en realidad, eran interesantes.
"Tengo que admitir que no soy fanática de la tierra y la suciedad, pero la verdad es que me gusta estar aquí durante la tarde, luego de que desaparece el sol es un lugar fantástico para estar" sus dedos entrelazados contra los suyos no lo soltaron en ningún segundo, experimentando el tacto de su guante de seda contra la palma de su mano en lo más cerca que había estado desde su encuentro en Clover Hill "Me siento a escribir justo en esa silla que puede ver cerca de los lirios, el olor es agradable."
"¿Usted escribe?" abruptamente, su acompañante se detuvo al darse cuenta de lo que había dicho en voz alta, mirándolo al hablar como si aún no entendiera lo que ella misma había dicho "¿Y aún así me obligó a pasar por la miseria de leer a Hegel? Podría haberme prestado algo suyo."
"No" negó la castaña de manera inmediata, avergonzada de haberlo dicho en voz alta "No soy una escritora, no cuando solo escribo cartas y en mi diario. No es nada serio."
Si había algo que Valentine Bane conocía bien, debía de ser la mentira. La forma en que se tensaba al decirlo mientras se esforzaba en mirar a otro lado, avergonzada de haber dejado escapar algo tan privado en un momento como ese.
"Le apuesto que cualquier cosa que escribiera sería de lo más interesante de leer," lo decía en serio, sin soltar su manos aún envuelta en seda para acariciar el dorso de la misma, sin atreverse a mirarla a la cara "Por fin encontraría un libro de filosofía que llame mi atención."
"No creo que sea del interés de un arquitecto de la corona leer unos ensayos de una dama crecida en privilegio" contradijo al mover la cabeza de un lado a otro "De nadie en esta época."
"¿Ensayos?" preguntó curiosamente "Le sorprendería saber a cuántas personas les interesaría" se encogió de hombros "¿No habíamos sentado las bases en que era la más brillante de su familia, Señorita Bridgerton?"
El sonrojo en sus mejillas reapareció como un viejo amigo, ocultando su rostro de mostrarle los colores que subían por su piel.
"Deberíamos volver" sugirió esta vez la dama al escuchar el intenso sonido de la lluvia volverse cada vez más fuerte "Creo que va a haber una tormenta esta noche."
"El problema ahora es que ya no quiero volver, Señorita Bridgerton" admitió en un nuevo cambio de papeles "Quiero quedarme aquí. Con usted."
Tal vez Sylvie tenía razón, tal vez su madre en el fondo era la voz de la verdad, tal vez la gente que lo rodeaba tenía algo de sentido en las palabras que forzaban en su cabeza: ¿Y si eso era todo lo que necesitaba? ¿Permitir que el amor terminara de corromperlo como una nueva enfermedad? Los descontrolados latidos en su corazón no dieron paso a pensamientos absurdos en su cabeza, y por décima vez en la maldita temporada, terminó por cederle el control a sus impulsos antes de lo que dictaminaba su cabeza.
"¿Lo hizo a propósito?" la dama pareció no entenderlo en un principio, ladeando la cabeza a un lado mientras el arquitecto dejaba de lado su mano y volvía a mirarla a la cara — "¿Me ha traído aquí a sabiendas de que si quisiera robarle un beso no habría acompañante que nos detuviera?"
No opuso resistencia cuando tirando de su mano, la atraía a su cuerpo rompiendo aquella indeseable distancia que los mantenía tan lejos, permitiendo que la dama se apoyara sutilmente sobre él al haberse instalado cómodamente contra uno de los muebles que sostenía las plantas de Violet.
Sus dedos ordenaron los mechones de cabello que habían abandonado su lugar en el trayecto, enredado sus dedos en el complejo peinado ajeno solo para sentir la suavidad del mismo.
"Si no me detiene ahora, acabaré besándola" admitió bajo el ruido de la gotas de agua chocando una y otra vez sobre sus cabezas "Asi que por favor, le ruego, deténgame."
El único ruido vino de la naturaleza, observándolo con aquellos enormes ojos azules expectantes de su siguiente movimiento.
"Dígame que no debería hacerlo y que sus hermanos me darán una paliza si se enteran" pidió una vez más para notar el movimiento de un lado a otro en su cabeza en negación "Dígame que no tengo modales, que debería irme inmediatamente."
"No me interesa" repuso ella antes de encogerse de hombros sin culpabilidad alguna, ya conocía los detalles en su rostro luego de todas esas veces cerca, las pecas escondidas y el olor a su perfume esparciéndose en su espacio cuadrado "No me interesan mis hermanos, milord. Ni lo que sea socialmente aceptado o los modales que debamos tener, no me impor—"
El abrupto final a sus palabras vino acompañado del silencio que significó su beso, uno que llego junto a la calidez de sus labios posándose sobre los suyos, rompiendo finalmente con aquella invisible barrera que antes los separaba. Era inmediatamente contagiado por el sabor al té de manzanilla, por el aliento ajeno en un nuevo tipo de intimidad mientras la empujaba contra el hasta sentir su peso, atrapado entre las plantas y la dama — Lo había hecho.
La sensación terminó por enterrarlo vivo, la forma en que los dedos enguantados de Eloise desordenaban su cabello para dejarse llevar por el momento: ¿Cómo algo tan banal de la nada se convertía en algo tan importante? No hubiera podido creérselo, escondidos entre medio de las plantas mientras el cielo se caía a pocos metros de donde se encontraban, te hubiera dicho que se trataba de una extraña broma.
Y es que tal vez no se trataba de su primer beso, pero la sensación no se asemejó a nada de lo que hubiera experimentado antes, víctima de esa electricidad que recorría su espalda mientras sus manos buscaban algo de apoyo firmemente en su cintura, el ardor en su pecho al necesitar llenar su naturaleza más simple; nada se asemejó al momento en que finalmente cedió a lo inevitable.
"Lo siento" le dijo, incapaz de abrir los ojos en tanto apoyaba su frente contra la de la dama queriendo recuperar el aliento que le había robado. De la nada, su voz había variado varios tonos más graves de lo usual "No debí haber hecho eso, creo que debería—"
Pareció una nueva costumbre, una de la cual le hubiera gustado que perdurase en el tiempo en tanto Eloise se daba el tiempo de acallar sus pensamientos con un nuevo beso que esta vez no dudó en continuar. Y es que en realidad, no había que ser un ciego para notar esa emoción que venía con el peligro de ser descubiertos, la manera en su corazón se aceleraba en su pecho mientras desordenaba su cabello y él, en consecuencia desabrochaba el pañuelo sobre su cuello.
El sol había terminado de esconderse más temprano de lo usual, saturando el aire de humedad en un encuentro que Sir Bane hubiera definido como pura combustión.
Nada más importaba, ni el asesinato de su padre ni la llegada de Patrick Lester o la necesidad de su madre de encontrarle una esposa — Al menos hasta que el trueno los sobresalto a los dos, separándose tan rápido como se habian juntado.
"¿Eso ha sido un trueno?" preguntó la dama escondida en su pecho, permitiendo que la abrazara mientras miraba a su alrededor "Me tomó por sorpresa."
"A mi también" admitió ante motivos obvios, depositando un suave beso sobre la curvatura de su cuello de la misma manera en la que lo había hecho hace días en la casa de campo de su hermano, disfrutando de sobremanera la forma en que su piel se erizaba bajo su tacto "Me gustan estas corbatas que utiliza, nunca las he visto antes" comentó con normalidad, utilizando una nula cantidad de fuerza para tirar de la conta en su cuello y asi aprovechar la caída para robar un nuevo beso que duro apenas unos segundos mientras la dama recuperaba el equilibrio y volvía a pararse mirándolo con mala cara "Me parecen bastante útiles en el momento."
Los labios que antes había besado con tanto deseo ahora se convertían en una mueca lista para rebatir sus palabras, abrochando el nudo en su cuello antes de paralizarse en su espacio — "¡Oh Dios mío, mi madre ya ha de haber regresado de su tarde de té!"
Una clara palidez invadió el rostro de su amada privándolo de los colores que a él le gustaban en exceso, traspasándole inmediatamente aquel nuevo estrés que inició al tomar su mano, alegando que era muy lento al levantarse mientras lo empujaba por entre medio de las plantas que antes agradecía los escondieran de cualquiera que hubiera mirado al invernadero.
"¿Y si nos quedamos hasta que pase la lluvia?" sugirió al borde de la salida, contemplando la lluvia que no dejaba de caer a sus pies. La idea pareció tan tentadora como mala en tanto la ojiazul lo consideraba en su cabeza un par de segundos y lo miraba con el ceño fruncido "Solo lo decía por su vestido, es que me gusta cómo le queda."
"Solo es un poco de lluvia, Val" comentó dándole un vistazo a la tela que definitivamente se arruinaría "Y esto es solo un vestido reemplazable."
"¿Y el resfrío que podría tener?"
Soltando su mano, Eloise Bridgerton caminó unos pasos hacia delante solo para dejar atrás la protección que propinaba el techo sobre sus cabezas, alzando su rostro al cielo para dejar que las gotas de agua salpicaran su rostro y el resto del cuerpo, sin aguantar una risa que escapó de entre medio de sus labios al sentir la rapidez con la que su cabello se mojaba y su vestido se tornaba cada vez más pesado.
"¿Es usted siempre tan aguafiestas, Sir Bane?" consultó al fijar su atención nuevamente en él "¿No se suponía que los segundos hermanos eran los que la pasaban mejor?"
Embelesado, se quedó en su lugar sin mover un solo músculo: No sabía como lo lograba, sin embargo se encontró a si mismo sonriendo ante sus burlas mientras era testigo de la imagen frente a sus ojos, la repentina tardanza y el olvido ante una situación que antes la había estresado para disfrutar un pequeño detalle que ofrecía el momento.
"¿Me va a dejar esperándolo para siempre?" le preguntó extendiendo la palma de su mano claramente mojada "Con toda su tardanza sin duda contraeré un terrible resfriado."
Esta vez no lo dudó, tomando la mano ajena para ser empujado una vez más al agua que sin piedad alguna, lo mojó en cosa de minutos comenzar un nuevo juego de coqueteos que ni el mismo entendió — Entre miradas cómplices y risas de no estar entendiendo nada para seguirla confiando en que sabía el camino a casa.
"Señorita Bridgerton" la llamó por sobre el ruido, su cabello lacio ahora se pegaba a su rostro gracias al agua, acentuando el vestido a su figura mientras aprovechaba el agarre de su mano y así impedirle seguir avanzando, escondiéndose de las luces de la mansión para besarla una vez más "¿Cómo es que logra robarme el aliento cada vez que la veo?"
La pregunta no obtuvo respuesta al juntar la frente con la suya, permitiendo que el agua le recordara una vez más lo que tanto le costaba asumir: Merecía ser amado.
"Debo hacerle saber que ahora me gusta el sabor a la manzanilla" tal vez lo había dicho muy bajo, sin despegar su mirada de la ajena que aguantaba una risa burlona "Desde hoy me parece de lo más agradable."
"Me alegro" — "Pediré que nos hagan una tetera al llegar"
Más besos aparecieron en el camino, y así siguieron hasta finalmente recobrar la compostura antes de entrar a la mansión, fingiendo sorpresivamente bien que nada sucedía mientras entraban de puntillas cerrando la puerta tras de sí, deseando que nadie más fuera testigo de aquella desastrosa escena aun que el agua hiciera imposible aquella nueva misión.
"¡Eloise Bridgerton!" — "¡Sir Valentine!"
La voz de Violet llenó el salón principal repleta de sorpresa antes de ver el agua que mojaba su piso de madera creando charcos, abriendo la boca sin entender la imagen frente a sus ojos, o formar una palabra coherente al respecto.
"¡Mamá!" exclamó Eloise a su lado, tratando de quitar el exceso de agua en sus guantes mientras apretujaba la tela con sus dedos para dejar caer más agua "¡No creerás lo que ha pasado!"
"¡Bueno, puedes explicarte ahora mismo!"
"Estaba mostrándole la propiedad a Sir Bane durante la tarde ya que nos visitó luego de tu partida hacia Lady Danbury durante la tarde" explicó haciendo que el Barón prestase atención a sus palabras para apegarse a su misma versión cuando su madre se enterase de la boca de Lady Bridgerton que había estado en su casa y le pidiera explicaciones "En fin, le estaba mostrando el invernadero y comenzó la tormenta de la nada, demasiada mala suerte si me lo preguntas, tuvimos que correr sin ver nada."
"¿Y dónde está su compañía?" les preguntó a los dos sin esconder su indignación, y Val pudo sentirlo en sus entrañas: Ya estaba, había machado la reputación de una Bridgerton "¿Dónde está?"
"Todos nos vieron rondando en la casa, mamá" se quejó poniendo los ojos en blanco "Nada fuera de lo común, no lo hagas sonar extraño."
"Claro," hubo un momento de silencio donde no sonó muy convencida mientras observaba el agua manchando su salón principal. Obviamente no les creía, él mismo no lo hubiera hecho de estar en su lugar, sin embargo si tuvo alguna duda, se la guardó como si jamás hubiera existido, apartando cualquier pensamiento de que lo que podrían estar haciendo (y habían hecho) sin compañía "Traigan algo de ropa de lo que Benedict ha dejado en su habitación" — "¡Y algo con lo que secarse por el amor de Dios!"
Los criados a su alrededor comenzaron a moverse rápidamente en distintas direcciones buscando lo que Lady Bridgerton le pedía, y el, apenado como nunca, alzaba la mano al aire en un intento de atraer la atención de Violet.
"No se preocupe, Lady Bridgerton" la tranquilizó con una sonrisa "No es necesario que gaste ropa limpia en mi, de cualquier forma yo ya me iba."
"¿Con este clima?" exclamó la mujer intentando impedir su partida "¡Podría ser peligroso! Sabe lo complicado que es manejar bajo una tormenta, puede quedarse aquí en una de las habitaciones que tenemos para invitados."
"No podría abusar de la amabilidad de su familia" apartó su mojado cabello hacia atrás queriendo sacarlo del camino, a veces olvidaba que la mentira de su madre incluía a su padre muriendo en una noche como aquella "Lucky Hall no queda a más de cinco minutos de aquí, no se preocupe por mi."
Poco convencida, Violet no dejó de lado sus instintos maternales que con éxito negó mientras enviaba a su cochero a preparar el carruaje, consultándole a Ron discretamente si es que podían llegar a casa con éxito con un claro soborno donde prometía caldo caliente de pollo y una muda de ropa seca si es lo ayudaba a salir de aquel embrollo en el que se había metido.
Sinceramente: ¿Confiaba en si mismo pasando una noche en Rangers House luego de lo que había pasado en el invernadero? No, en realidad, aún tenia aquella sensación fantasma que presionaba sus labios como si hubiera sido ella, de su cabello mojado mezclándose entre medio de sus dedos — Quedarse en esa casa hubiera marcado el final de sus días.
"¿Irá al baile de la Reina Charlotte?" le preguntó mientras aceptaba la toalla que le tendía uno de los sirvientes de la casa, deteniendo el goteo en su rostro para agradecerle a la señorita que se encargaba de limpiar el desastre que hacía en cada paso que daba "Así podrá devolverme el paraguas mañana."
"No sabría decirle" el repentino silencio de Eloise le preocupaba, mirándola de reojo solo para pensar lo inevitable: ¿Y si se había arrepentido? ¿Y si pensaba que lo que había sucedido era un completo error? La preocupación se tradujo en su rostro, tratando de apartar sus pensamientos para fijarse en lo que le preguntaban "No estoy al tanto de haber recibido una invitación a un baile de la Reina, sin embargo si mi presencia es requerida, puede contar con que estaré ahí."
Aceptó el paraguas de la mujer sin decir una sola palabra, agradeciéndole mentalmente lo mucho que había ayudado a su familia desde que el había dado un paso al lado.
"Señorita Bridgerton" la llamó una vez más, buscando su mirada como si necesitara de toda su atención para decírselo "Muchas gracias por mostrarme su hogar, realmente gozan de un gusto exquisito. Agradezco su amabilidad en recibirme mientras su madre no estaba."
"No es nada, milord" respondió educadamente, tomando el brazo de su madre quien estaba a punto de enviarla a tomar un baño de agua caliente "Me alegra que le haya gustado. Espero verlo en el baile."
El baile, ese maldito baile del que antes no tenía idea y ahora le parecía tan importante de un momento a otro — Tenía que ir a ese maldito baile.
"¡Suba rápido, Lord Bane!" grito su cochero entre el ruido de la lluvia, interrumpiendo el momento "¡No queremos empeorar su futuro resfriado."
"¡Muchas gracias por todo, Lady Bridgerton!" dijo antes de apresurarse a la entrada, agarrando el sombrero con el que había llegado siendo lo único seco entre su ropa "¡Espero verlas en el baile!"
A pesar de las quejas de su cochero, subió a su lado dejando que nuevamente la lluvia lo mojase, desesperado nada mas por poner un poco de distancia entre la familia Bridgerton y su persona mientras Ron se encargaba de dirigir a su lado. Le debía un baño caliente que sin duda arreglaría apenas llegase a casa, sabiendo el esfuerzo que significaba tener que conducir con un clima como el que se ceñía por sobre los dos.
"¿Estás bien muchacho?" le preguntó el hombre al llegar, poniendo una mano sobre su hombro al estar preocupado por su Señor. Había entablado una relación con la mayoría de sus sirvientes, siempre al tanto de lo que sucedía en su vida al buscar siempre lo mejor para él "¿Todo bien?"
"Todo bien, Ron" lo tranquilizó limpiando su rostro del agua que bloqueaba su campo de visión "Necesitaba irme de ahí, lo siento hombre."
"Estoy para servir, milord" aseguró mientras recobraba la compostura y caía en cuenta de todo lo que sucedió en la casa de los Bridgerton "Iré a dejar los caballos al establo, por favor entre, no queremos que enferme demasiado mal."
"Haré que le preparen un baño caliente" ofreció mientras su cochero negaba como todo un cascarrabias "Es una orden, Ron."
Al entrar, no pudo hacer oídos sordos a la voz de su madre celebrando en medio del salón, mostrándole la invitación que había recibido del palacio a penas llegaba.
"Aprecio la preocupación de saber dónde estaba, madre."
"¡Un baile de la Reina, Val!" — "¡Nos han invitado al baile de la Reina Charlotte mañana en la noche!"
Su vida era un chiste. Eso fue lo único que pensó mientras su madre enloquecía al notar cómo llenaba su piso de madera con agua, enviándolo a tomar una ducha apenas notaba que su hijo había desaparecido toda la tarde.
Su vida era un enorme chiste.
en resumen, valentine bane existe y automaticamente yo:
este capitulo me dejo: KJDFLSKJKDSFKJDLJ es la unica reacción que tengo por que luego de demorarme 300 años en escribirlo, siento que quedó exactamente como imaginaba y por eso estoy realmente: proud. Espero que sea un momentazo igualmente para ustedes, la verdad es que no puedo esperar a leer sus comentarios y lo que pensaron de todo este capitulo que sinceramente marca un antes y un después de valoise AAAAAA YA NO PUEDO MÁS
Nuevamente, iba a guardarme el capitulo hasta unos días más, sin embargo me estaré yendo con unas amigas full campamento momento outdoor en la semana y no sé si tendré internet asi que espero esto sea mi redención ante ustedes y me sigan queriendo como siempre.
¿Se acuerdan cuando les dije que pensaba en expandir el universo con una fic de Benedict? Bueno, cedí y ya la tengo armada, sin embargo la mantengo guardada bajo la manga hasta un tiempito más por que spoilea sutilmente lo que pasa aquí *yolo*
No se olviden de votar y comentar! espero tengan una buena semanita xx
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